domingo, 26 de enero de 2014

LOS PRIMEROS COLONOS DEL VALLE DE CAMPANILLAS

Texto: Antonio Muriano
Fotos: Archivo Fotográfico y Documental de Campanillas

Una vez que la Diputación de Granada devolvió la gestión de las dehesas de Campanillas al Ayuntamiento y aprobadas las primeras leyes de desamortización, los arrendatarios de las tierras empezaron a acceder a su propiedad 
En un principio, los agricultores  tenían propiedad sobre cuatro fanegas de tierra que cultivaban con tan sólo una azada y sus propias manos, en el mejor de los casos contaban con un burro y poco más. La falta de medios para poner en producción la tierra y enfermedades como el paludismo hacían difícil la vida en la vega por lo que algún colono desesperado y con pocos recursos llegó a cambiar su parcela de tierra por una cabra. Entre los abandonos de tierras y las incautaciones por falta de pago, en poco tiempo la mayor parte de las tierras cayeron en manos de la burguesía malagueña que con mejores medios técnicos para roturarlas y cultivarlas hicieron de la vega una de las zonas más productivas de la provincia de Málaga. La burguesía, además de cultivar la tierra construyó hermosas mansiones que sirvieron de fincas de recreo y que le dieron al Valle de Campanillas un aspecto totalmente distinto al tenido hasta entonces. Se pasó de una economía al servicio de la ganadería a otra más productiva y comercial.
Los primeros pobladores y su modo de vida
           
Desde que se privatizaron las tierras de la vega de Campanillas se plantaron con vides europeas, lo que atrajo a gran número de personas para trabajar por cuenta ajena. Unos venían de pueblos de toda la provincia malagueña como El Burgo, Benagalbón, Almáchar, Macharaviaya, Totalán y otros, procedían de lugares cercanos a Campanillas como El Cotarro, Los Arias o Los Gálvez.
            Los jornaleros podían ser temporeros o fijos que permanecían en el cortijo todo el año, sólo faltaban cuando iban a sus casas para llevar algún dinero y cambiarse de ropa, cosa que ocurría generalmente una vez al mes. Cuando había más trabajo y no podían ausentarse mandaban el dinero por medio de un cosario que pasaba cada quince días por Campanillas.
             Desde los ocho años los niños empezaban a trabajar guardando ganado o llevando agua al tajo para los peones.
            El salario era de dos reales a mantenido y una peseta a seco. A mantenido se le descontaba la comida y a seco no. Los que vivían en los pueblos lejanos no tenían más remedio que quedarse a comer, con lo que el sueldo se reducía a la mitad.
            Los que vivían fuera del cortijo tenían que salir de sus casas de madrugada para poder estar en el tajo al amanecer ya que la jornada era de sol a sol.
El trabajo en la viña  ocupaba casi todo el año. En los meses de diciembre y enero se realizaba la poda, a continuación el arado de la tierra que se hacía con yuntas de bueyes y vacas. Se cavaban las viñas con azadas y cuando la viña volvía a brotar se hacía el azufrado y la fumigación con caldo bordelés a base de cobre. Se cortaban los sarmientos que no tenían fruto y por último la vendimia, que consistía en la recogida de la uva para llevarla al pasero, también llamado toldo y una vez la uva en el pasero había que darle la vuelta para que se secara y taparlos y destaparlos todos los días hasta que la pasa estuviera hecha.
            Cuando la uva estaba seca y convertida en pasa se comenzaba la faena en el propio cortijo. Había que clasificar el producto, para ello había expertos dedicados a este menester. Las pasas se clasificaban en racimos, catites y granos y a su vez en subclases que eran racimales, imperial, royaux, cuartas y quintas, los corrientes y los escombros. Finalmente eran envasadas en cajas de 10 kilos para ser enviadas a los almacenes que eran los encargados de exportarlas al extranjero. Los precios de las cajas de pasas oscilaban entre las dos y cinco pesetas.
            Las viñas pronto empezaron a sufrir plagas que serían el principio del fin de las mismas. La más temible de todas fue la filoxera que se corregiría injertando las vides americanas silvestres en vides europeas, pero la mayor parte de los productores se arruinaron con la plaga y no tuvieron recursos para empezar de nuevo, por lo que la producción decayó considerablemente y el cultivo de la vid se refugió en la zona de los Montes y la Axarquía; en la vega, las viñas desaparecieron y dieron paso a cultivos de regadío como la caña de azúcar.

   
Campesinos 
Arando  en la zona de los Arias


Trabajadores en el cortijo Jurado

Aguadoras

Arando con bueyes 

4 comentarios:

  1. ¡¡Qué imágenes más bonitas!! La historia de nuestros antepasados, resumidas en varias fotos. Me alegra verlas porque me hace recordar que lo que tenemos y disfrutamos ha sido gracias a nuestros mayores. Ahora nos toca a nosotros pelear y dejarle algo a los que vendrán después de nosotros.

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    1. Me alegro de que te hayan gustado las fotos. Es muy importante no olvidar la historia de nuestro pueblo. Espero seguir contando con tu lectura en las próximas entradas. Gracias por tu comentario.

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    2. Muy buen documento, y muy buenas fotografias, ¿hay documentacion fotografica de los cortijos de la zona, como santa matilde, jurado, somerilla, toto, etc, etc...?

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  2. Gracias por leer este blog. Todo a su tiempo, el blog está estructurado por orden cronológico y para las próximas entradas la documentación fotográfica es muy interesante.

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