Introducción
Texto: Josefina Molino
Dibujo: Salvador Bonet
Dibujo: Salvador Bonet
Durante
las guerras de Reconquista y tras la toma de Antequera en 1410 por las tropas
castellanas, las aldeas de Campaniles y Cupiana se convirtieron en zona fronteriza entre cristianos y musulmanes. Por este motivo, durante más de ochenta años se vieron sometidas a
continuos saqueos, lo que les provocó un deterioro físico y el abandono de la
mayor parte de la población. La ruina que les causó la guerra y la necesidad de
dotar a Málaga de un gran término municipal, hicieron que una vez conquistada
la ciudad de Málaga en 1487, los Reyes Católicos no se plantearan reconstruir
ni repoblar las tierras que durante tantos años habían sido destruidas, sino
que las incluyeron en el término municipal de la capital malagueña.
En junio de 1488, mediante una carta
de merced, los Reyes Católicos donaron a la ciudad de Málaga todas las villas y
lugares que componían los valles del Guadalhorce y del Campanillas. Entre estas
villas se encontraban las de Cupiana y Campanillas. La mayor parte de las
tierras se dedicaron a dehesas para ganado. En las de Cupiana pastaban vacas y
animales de tiro de carretería y de labranza. Al ser comunales sólo podían ser
utilizadas por los vecinos de Málaga. Las dehesas de Campanillas estaban
formadas por las de la Fresneda y del Prado, pertenecían a los Bienes de
Propios y en ellas pastaba el ganado yeguar.
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