viernes, 12 de septiembre de 2014

LAS PRIMERAS ESCUELAS



     En la España de la primera mitad del siglo XX, la situación de la enseñanza era irregular tanto a la hora de pagar a los maestros y  de dotar de medios materiales a la escuela; como en la asistencia de los niños y niñas, debido a la utilización de mano de obra infantil tanto en las fábricas como en el campo. Las Juntas Provinciales o Locales eran las encargadas de aplicar la legislación nacional referente a la enseñanza. Así pues, controlaban y sostenían económicamente los centros públicos de enseñanza, mientras que los Ayuntamientos corrían con los gastos de materiales, mobiliario y alquiler del local.

   Entre 1910 y 1917 se observó en Málaga una gran preocupación por la educación. A ello contribuyeron dos hechos: por un lado, que el Ayuntamiento de Málaga  estuviera gobernado por la coalición republicana-socialista, caracterizada por su preocupación por los temas sociales; por otro, el hecho de que dos personalidades malagueñas fueran miembros del gobierno nacional, Francisco Bergamín, Ministro de Instrucción Pública y Narciso Díaz Escovar,  Delegado Regio para cuestiones de Educación. 

    En este período se crearon escuelas en los barrios obreros de Málaga. Entre ellos, en Campanillas donde más de un 60% de la población masculina era analfabeta y en el caso de las mujeres superaba el 80%. Este impulso dado a la enseñanza pública por Díaz Escovar no impidió que, en Campanillas, el analfabetismo siguiera siendo alto a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Esto era debido sobre todo a las circunstancias socio-económicas  en las que se encontraba la mayoría de la población, donde más de un 80%  de los varones inscritos en el Padrón Municipal eran jornaleros.
    La desidia y la poca atención prestada por los gobiernos a los temas de educación a lo largo de siglos, trajo consigo unas pésimas condiciones  materiales y provocó el desprestigio de la enseñanza pública ante la sociedad. Favoreció el absentismo escolar y por tanto el analfabetismo entre las clases trabajadoras.
            A la hora de valorar las condiciones de la enseñanza en la primera mitad del siglo XX, tenemos en cuenta los recursos materiales y los humanos.

Recursos materiales:
   Como ya se ha señalado antes, los Ayuntamientos eran los encargados de dotar a la escuela de locales, mobiliario y material escolar.
        Los locales en los que se ubicaban las escuelas, en la mayoría de los casos, eran casas particulares que disponían de una sala grande en la que se impartían las clases y otras dependencias que a veces servían de vivienda del maestro. Las condiciones de habitabilidad e higiene no eran las mejores. Un inspector médico, en 1902, aseguraba que en Málaga no existían realmente instalaciones que merecieran el nombre de escuelas públicas; que los centros de enseñanza carecía de toda condición higiénica y que al adquirir estos locales no se tuvo en cuenta los elevados fines a los que estaban destinados.
              En 1919, la Junta Provincial de Málaga obligó a los Ayuntamientos a que durante el mes de agosto se hicieran las mejoras necesarias para que las escuelas reuniesen las mejores condiciones y, precisando que toda escuela debía de contar con al menos un retrete y un urinario, así como con el agua precisa para la higiene del alumno. Los principales problemas de las escuelas públicas eran la falta de ventilación, de luz y de espacio, por lo que se recomendaba la construcción de edificios destinados a estos fines.

           En el primer cuarto de siglo XX  se llevó a cabo una comunicación del ingeniero municipal para la compra de terrenos para las distintas escuelas. En Campanillas estaban previstas dos: una en la carretera de Cártama y otra próxima a la estación de ferrocarril. Pensamos que no se llevaron a efecto puesto que los primeros edificios destinados a escuelas fueron construidos en la segunda mitad del siglo XX. Todos los informes sobre enseñanza pública señalaban como culpables de esta situación a los dirigentes municipales que, salvo casos excepcionales, no se preocupaban por estos temas y sobre todo a la mala administración de las arcas y fondos municipales.
Edificio donde estuvo ubicada la escuela de  la Cuesta del "Cerrao" 
De cualquier manera en esta primera mitad del siglo  Campanillas no estuvo desprovista de escuela ni de maestros. La primera de la que se tiene noticia, en 1892, estaba ubicada en los portales de D. Jaime, y se denominaba Escuela Mixta de Campanillas. Por este local el Ayuntamiento de Málaga pagaba aproximadamente 700 pesetas anuales de alquiler. Además de esta escuela oficial había otras llevadas por maestros, familiares del párroco que en algunas ocasiones eran pagados por el Obispado y otras por el Ayuntamiento. En los núcleos dispersos como “La cuesta del Cerrao” en 1926 se abrió una escuela  en un local propiedad de la familia Beltrán. Esta escuela se mantuvo abierta hasta 1956 y durante la II República fue colegio electoral. En ella ejercieron su derecho al voto por primera vez las mujeres de la Fresneda, Somera y demás núcleos dispersos del valle de Campanillas.
 En 1933  en Somera, Adolfo Marineto cedió un local de su propiedad para que fuera utilizado como escuela.



Por otro lado la dotación de material  pedagógico siempre fue escasa, muchas veces el maestro era el  que lo aportaba  o ponía los medios. En un principio eran los ayuntamientos los encargados de dotar de material a las escuelas, más tarde el Estado se hizo cargo de esta obligación así como de pagar a los maestros. El problema era que, el presupuesto de material no se calculaba por alumnos matriculados sino que se sacaba del que la escuela tenía para su funcionamiento, en el que se incluía mobiliario y personal no docente. La dotación media anual para una escuela  podía ser de 230 pesetas que dividido por los meses lectivos daba una media mensual de menos de 20 pesetas y si tenemos en cuenta que el precio del material escolar era caro, nos podemos hacer una idea de las peripecias que tenía que hacer el maestro para dotar a la escuela de un material mínimo.


Recursos humanos:
El profesor:  Para ser profesor de una escuela pública se requería: ser español, tener veinte años cumplidos, el título, buena conducta moral y religiosa, no tener defecto físico que imposibilite el ejercicio de la enseñanza y no haber sufrido penas como la inhabilitación para cargo público. El maestro público era inamovible de su puesto, salvo que se produjesen hechos que provocasen la suspensión del servicio. No se conocen en Málaga muchos casos de profesores expedientados, los que hubo lo fueron por un exceso de disciplina que se solucionó con el traslado a otra escuela.
Existían diversas categorías de maestros. Los estudios de magisterio se realizaban en las llamadas Escuelas Normales y no tenían carácter universitario. Una vez terminada su formación académica podían estar durante un tiempo como maestros en prácticas, llamados maestros auxiliares gratuitos. Del sueldo se ocupaba el Estado desde 1901. Había diversas categorías pero se estableció un sueldo mínimo para todos, tanto hombres como mujeres, de 1.000 pesetas anuales. Evidentemente tenían mejor situación económica los maestros de las ciudades frente a los rurales.
A pesar de que el sueldo de maestros y maestras era igual, cuando una maestra tenía que guardar una serie de obligaciones que se fijaban en el contrato que debían de firmar, por ejemplo: no podían casarse ni frecuentar las compañías y amistades masculinas, no debían usar maquillaje, no fumar ni tomar bebidas alcohólicas, vestir ropas discretas y por supuesto tenían que encargarse de la limpieza del aula y la calefacción .
Maestro D. Mateo con sus alumnos
En Campanillas, sabemos que una de las primeras maestras titular de la Escuela Mixta fue María Juliana Péramo que desempeño su labor docente entre 1892 y 1899.
 A través del Padrón Municipal tenemos conocimiento de que en 1885 Manuel y Bernardo Aranda Moreno regentaban una escuela entre el lagar de D. Jaime y la hacienda de  Francisco Ruiz. Asimismo durante una década, desde 1920 hasta 1930,  Adelaida Sousa Flores y su hija Angustias López Sousa ejercieron de maestras en una  escuela  situada entre la venta La Trapera y la hacienda Sta. María. Recibían un sueldo anual  de 2.500 pesetas y en 1930 Miguel Campos Sánchez y su hijo Julio Campos Martínez tomaron el relevo.
Cuando se abrió la escuela de la “Cuesta del Cerrao” la primera maestra que hubo se llamaba María Antonia Barranquero. En 1933, la escuela de Somera era regentada por D. Julián, un maestro liberal y tolerante que representaba el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. D. Julián no separaba los niños de las niñas y, cuando hacía buen tiempo daba sus clases al aire libre y utilizaba los recursos que brindaba la naturaleza para impartir sus lecciones.

El alumno: Una característica importante de principios del siglo XX es la escasa asistencia de alumnos a las escuelas públicas, tanto en España como en Málaga. A principios de siglo en nuestra provincia sólo asistía a la escuela un 31% de la población en edad escolar. En esta época la escolarización plena era una utopía, alcanzada bien avanzado el siglo XX. Los hechos que explican esta situación son muy diversos: por un lado la falta de preocupación institucional por dotar al país de todas las escuelas necesarias y por otro la situación económica y social de las familias malagueñas. La baja renta familiar hacía que el niño se iniciara a una edad muy temprana en el trabajo, en el Padrón Municipal los niños eran inscritos a partir de los doce años como jornaleros  y que partir de los ocho años trabajaban cuidando ganado.
La enseñanza pública tenía mayor implantación en los barrios obreros y rurales como Campanillas. La ley de 1909 declaró obligatoria la Enseñanza Primaria Elemental entre los seis y doce años. Desde los 6 a los 11 años tenían clase durante seis meses al año y de los 11 a los 12 años sólo tres. Había clases de lunes a viernes en horario de mañana y tarde y el sábado sólo por la mañana. En 1900 asistían a la escuela de Campanillas una media de 45 alumnos, de los que había una mayoría de niños. A las niñas no se les alentaba a aprender ya que según la mentalidad de la época para ser madre y esposa la mujer no necesitaba saber mucho, simplemente guiarse por su instinto y las enseñanzas recibidas en el entorno familiar. De cualquier manera el absentismo escolar era muy alto tanto en niños como en niñas, las causas eran muy diversas entre la más pintoresca estaba la de “tener mal de ropilla” es decir quedarse en casa mientras la única muda de ropa era lavada.
Si se lograba tener una regularidad en la asistencia, las materias que los alumnos aprendían eran sobre todo cálculo, lectura, escritura, religión y algo de historia de España, aunque lo más importante para todos era saber leer y escribir.

Fotos: Archivo Fotográfico y Documental de Campanillas creado a partir de las donaciones de los vecinos.

 


 













            







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