jueves, 24 de julio de 2014

LA GUARDIA RURAL EN CAMPANILLAS

Introducción

Desde que el sistema feudal y señorial cayó en desuso por la paulatina implantación de un estado moderno centralizado, la seguridad en los campos y ciudades ha sido una de las preocupaciones más importantes de los gobernantes. Los Reyes Católicos fueron los primeros en crear un cuerpo de policía estatal al instaurar la Santa Hermandad. Esta se ocupaba sobre todo de la seguridad en las zonas rurales y en los caminos, pues el asalto a diligencias y caminantes por bandidos era muy frecuente.  En 1834 se disolvió esta institución, a pesar de que la inseguridad seguía siendo bastante grande, sobre todo por la proliferación de grupos de bandoleros que actuaban en las zonas rurales y se refugiaban en la sierra.  
            En 1844, diez después de la disolución de la Santa Hermandad, se fundó La Guardia Civil y años más tarde se constituyó La Guardia Rural como un cuerpo filial.


            A mediados del siglo XIX, Campanillas formaba parte del partido segundo de la Vega. Existían tierras de titularidad pública en las dehesas del Prado y la Fresneda y también de propiedad privada. La población se distribuía en los distintos cortijos y haciendas que a partir de la década de los cincuenta se fueron construyendo como consecuencia del proceso desamortizador. La vega de Campanillas fue en esta época una de las zonas agrícolas más productivas, regada por los ríos Campanillas y Guadalhorce. Además era camino natural hacia el interior de la provincia, ponía en comunicación localidades como Cártama o Álora con la capital.
            Antes de la desamortización de las dehesas de Campanillas, las tierras de titularidad pública eran vigiladas por un guarda, que cuidaba que no pastase ganado no autorizado en la dehesa o que no se sacara leña indebidamente. Cuando la propiedad privada dominó sobre la pública y los cultivos primaron sobre el pastoreo, los conflictos y robos de cosechas fueron cada vez más importantes, por lo que a Campanillas se adscribió una dotación de la Guardia Rural de Málaga.
Los Partidos Rurales de Málaga estaban divididos en cuatro Distritos. El Distrito Uno se componía de los Partidos 1º y 2º de la Vega, Santa Catalina y los Verdiales. La plantilla de la Guardia Rural de cada distrito estaba compuesta por un jefe, cuatro cabos y 32 guardias, Campanillas adscrita al partido 2º de la Vega le correspondía  un cabo y cinco guardias. Una Comisión Inspectora de la que formaban parte concejales y representantes de labradores y propietarios, era la encargada de administrar la institución de la Guardia Rural. En 1867, Jaime Janer, propietario de la hacienda Sta. María, formaba parte de ella.
            Las funciones de esta comisión eran:
-          Velar por el buen funcionamiento del Cuerpo
-          Ratificar y administrar el presupuesto asignado anualmente.
-          Aprobar los nombramientos de jefes y guardias
-          Decretar la cuantía del salario que debía percibir cada uno de los componentes del Cuerpo, así como establecer el uniforme y las insignias que debían portar.

Para ser guardia rural el interesado debía aportar un informe favorable del cura párroco además de referencias de algunos propietarios de la zona y del alcalde pedáneo. Normalmente los licenciados del ejército sin medios económicos tenían preferencia a la hora de solicitar una plaza.
Jornaleros trabajando la tierra
En 1869, el equipo de un guardia rural se componía de una carabina, una bayoneta, 13 cápsulas, un revolver con funda, un pito, un reglamento, unos calzones, unas polainas, un capote de monte, una  chaqueta, un chaleco y un sombrero. En la parte alta del sombrero, sobre paño grana debía llevar una chapa de latón dorado con un número con la antigüedad en el cargo y los jefes con el distrito que mandan.  Cada guardia debía pagar su vestuario, se les descontaba 25 céntimos  al mes. En caso de cesar en el cargo debía entregarlo, sólo se lo podían quedar si ya lo había pagado.
Un cabo ganaba 2,5 pesetas al día y un guardia 2,25, aunque no estaba establecida la dedicación exclusiva hay constancia de traslado de distrito de algunos guardias por tener una tienda o ser propietario de tierras y no atender bien el servicio. En una reunión de la Comisión presidida por el cuarto Teniente de Alcalde, Antonio Buro, se puso de manifiesto la viciosa actitud de la Guardia Rural, con problemas entre los jefes y la poca disciplina y celo en el cumplimiento del deber de los guardias. Ante tal desorganización se solicitó la disolución de la guardia existente y se procedió a una reordenación del servicio, se nombraron nuevos guardias y jefes.
La vega de Campanillas a principios del siglo XX
            El mal funcionamiento de la institución no parece que se arreglara con la reestructuración del personal, pues entre 1895 y 1896 varios propietarios de la Vega solicitaron tener guardas jurados particulares para vigilar su hacienda. José Carnero Molina, propietario del cortijo Lira solicitó en 1895 tener un guardia jurado, así como Carlos Larios Martínez, propietario del cortijo Colmenares, Felipe Neri Casado, Antonio Herrero Sevilla, entre otros.
 Las denuncias que hacían tanto la guardia rural como los guardas jurados particulares tenían que tramitarse en el cuartel de la guardia civil de Los Remedios. La mayoría de ellas estaban relacionadas con los daños causados por el ganado en los cultivos y por cazar o cortar y extraer leña de las dehesas del Ayuntamiento.

En 1926 la guardia civil instaló un puesto en el cortijo de Campanillas, cerca de la estación de ferrocarril y prácticamente la guardia rural dejó de ejercer sus funciones, no así los guardas jurados particulares.

DOCUMENTACIÓN:

Archivo Municipal de Málaga.
Fotos: Archivo Fotográfico y Documental de Campanillas
Texto: Josefina Molino


No hay comentarios:

Publicar un comentario