En esta entrada del blog de Historia de Campanillas reproducimos el programa de fiestas del año 1976
sábado, 31 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
LA FERIA DE CAMPANILLAS EN LOS AÑOS SESENTA
Jóvenes en la caseta de feria |
Niñas montadas en caballo de feria |
En los años sesenta, el recinto ferial estaba ubicado en “Las Perchineras” actual urbanización “El Brilante”. Las fiestas estaban llenas de jolgorio y buen humor. Se hacían concursos de feos en contraste con los de “mises” y carreras de cintas a caballo, cintas que eran bordadas por las muchachas jóvenes.
Elección de mister |
Jóvenes en un puesto de turrón |
sábado, 17 de enero de 2015
LA FERIA DE CAMPANILLAS
Durante la década de los 50, las fiestas en honor a Ntra. Sra.
Del Carmen estaban organizadas por una Junta de Festejos en colaboración con la
parroquia. Duraban tres días y se organizaban juegos y concursos para el
divertimento de los jóvenes. La verbena se hacía en “La Plaza”, actual calle
Ruiz y Maiquez. La parroquia aprovechaba la ocasión para hacer una tómbola
benéfica y recaudar fondos destinados a sus obras de caridad.
viernes, 9 de enero de 2015
LA HERMANDAD NTRA. SRA DEL CARMEN
A finales de 1949, un grupo de vecinos de
Campanillas, tutelados por el párroco D. Celestino, elaboraron un reglamento de
lo que fue la Hermandad de Ntra. Sra. Del Carmen. Sus promotores fueron Ramón
Gallardo, Ramón María González y el párroco D. Celestino Lucio. Meses más
tarde, el 28 de junio de 1950, los estatutos fueron aprobados por el Obispo de Málaga,
Cardenal Herrera Oria. El principal fin de esta hermandad era el aumento y
propagación de la devoción a la Virgen del Carmen. La actividad más importante
que llevaba a cabo era la novena en honor a la Patrona, del 15 al 23 de julio
de cada año, y la procesión por las calles de Campanillas el día 16 de julio.
De
la admisión y separación de Hermanos: Para ser miembro de la hermandad
había que ser católico, apostólico y romano además de llevar una vida de
intachable moral. Se tenía que pagar una cuota mensual, que podía ser de 10, 5,
3 ó 2 pesetas según la categoría a la que se quisiera pertenecer. Los niños
menores de diez años podían pertenecer a una Legión de Aspirantes y una vez
cumplidos los diez años y llevar un año como aspirante pasaba a la categoría de
Hermano.
Las mujeres casadas no podían ser
admitidas separadamente de su esposo a no ser que tuvieran licencia para ello;
las jóvenes solteras tenían que tener el permiso de sus padres para pertenecer
a la Hermandad.
Se establecieron cuatro categorías: primera
para los señores que pagasen una cuota mensual de diez pesetas; segunda, para
las señoras que abonasen una cuota media de una peseta; tercera, para los
señores que pagasen una cuota mensual de cinco, tres y dos pesetas y cuarta para
la Legión de Aspirantes que abonaban una cuota de cincuenta céntimos.
Todos
los hermanos usaban un escapulario en los actos de la Hermandad. Este
distintivo podía ser de plata sobredorada para el capellán, el fundador y el
Hermano Mayor, otros de plata o plateados para los demás miembros de la Junta y
los demás hermanos usaban el mismo distintivo.
El Obispo de la Diócesis, el
Comandante General del Apostadero de
Cádiz, el Comandante de Marina, los Gobernadores Civil y Militar y el Alcalde
de Málaga eran Hermanos Mayores Honorarios Natos.
Eran motivo de expulsión de la Hermandad
las siguientes acciones: No llevar una vida con arreglo a la doctrina
cristiana, no abonar la cuota, negarse a recibir el Santo Viático y a confesar
en caso de peligro de muerte y atentar contra la propia vida.
Obligaciones
de los Hermanos:
Todos los hermanos estaban obligados a
asistir a los actos de culto que
celebraba la Hermandad especialmente a la novena del día 15 y a la procesión
del 16 de julio.
Debían de asistir con faroles cuando se
administrase el Santo Viático a alguno de los hermanos y en caso de
fallecimiento acompañaban el cadáver al cementerio.
Derechos
de los Hermanos:
Todos tenían derecho a participar de las
indulgencias, gracias y privilegios que los Romanos Pontífices concediesen a la
Hermandad; a tener asiento preferente en todas las funciones y actos religiosos
que la Hermandad celebrase y a llevar cirios en la procesión.
Constitución
y Gobierno de la Hermandad:
La Hermandad se regía por las leyes de la
Iglesia, las Constituciones sinodales del Obispado de Málaga y por los
Estatutos aprobados por la Autoridad Eclesiástica.
El gobierno de la Hermandad estaba formado
por una Junta Directiva que estaba compuesta por un Capellán, un Hermano Mayor,
un Secretario, un Tesorero y un Albacea. Esta Junta era elegida el primer
domingo de octubre de cada año.
Uno de los cargos más significativos era
el de Albacea, atendía el culto de la Virgen y cuidaba el camarín y el altar.
Había una persona encargada de cobrar la
cuota mensual, se le retribuía con el diez por ciento de lo que recaudaba.
Las mujeres no podían formar parte de la
Junta de Gobierno, ellas integraban una Junta de Camareras compuesta por doce
hermanas. Cada camarera cuidaba un mes
del año la Sagrada Imagen de la Virgen del Carmen. La Presidenta tenía en su
poder la capa y alhajas de la Virgen.
Actos
de Culto:
Todos los años se celebraba una novena del
15 al 23 de julio, con jubileo, sermón y orquesta.
El día 16 de julio había fiesta con
función solemnísima con gran esplendor, se sacaba en procesión a la Virgen por
las calles de Campanillas. En esta procesión los Hermanos llevaban cirios y
ostentaban sus insignias. Los miembros
de la Junta Directiva llevaban bastones.
Escapulario que tenían los integrantes de la Hermandad Ntra. Sra. del Carmen
Imagen de la Virgen del Carmen saliendo en procesión |
viernes, 2 de enero de 2015
EL PAPEL DE LA IGLESIA EN CAMPANILLAS
La fundación de La Hermandad Ntra. Sra.
Del Carmen, junto con la construcción de escuelas rurales y la promoción de
actividades lúdicas y festivas formaban parte de un programa del Obispado de
Málaga para revitalizar la fe y mejorar las condiciones de vida de los
habitantes del valle de Campanillas.
La Iglesia, como institución, había salido
fortalecida después de la guerra y con el beneplácito del régimen franquista
marcó las pautas de la vida cotidiana de los españoles durante cuatro décadas. En
Campanillas, después de la guerra civil, la iglesia quedó totalmente
desmantelada en el sentido literal y metafórico. El templo parroquial había
sido asaltado y convertido en economato y la influencia de la doctrina
cristiana sobre los vecinos de Campanillas prácticamente anulada.
Para la reconstrucción de la parroquia, el
Obispado contó con el entusiasmo y apoyo de un grupo de jóvenes, hijos de
familias propietarias de la zona. Estos jóvenes pidieron al Obispo de Málaga
que nombrara un párroco joven y dinámico que afrontara con energía y nuevas
ideas los problemas que tenía la parroquia.
Desde 1939 hasta mediados de los sesenta
destacan los párrocos D. Celestino Lucio Fernández, D. José del Campo y D.
Santiago Real Romero (D. Jacobo). Al
primero le correspondió llevar estos primeros años de posguerra. El primer
desafío fue llevar de nuevo a la iglesia a la población campesina que en la
última década le había dado la espalda. Se celebraron numerosas ceremonias de
bautismo y de matrimonio, pues durante la guerra hubo muchos niños nacidos que
no se bautizaron, bien por motivos ideológicos o bien por haber estado la
iglesia cerrada. Lo mismo ocurrió con los matrimonios, muchas parejas convivían
sin haber pasado por la vicaría.
Un hecho que cambió el rumbo de la iglesia
en Campanillas fue la estancia de un grupo de misioneros en el valle de Campanillas. Durante dos meses,
aproximadamente, y ayudados por componentes de la Sección Femenina organizaron
actividades culturales y religiosas que dejaron un grato recuerdo entre las personas
que vivieron ese hecho. Se instalaron emisoras de radio para conectar entre sí
a los habitantes de los distintos núcleos de población del valle; se
proyectaron películas didácticas en las que se enseñaban normas de salud e
higiene y se organizaron funciones de teatro en las que actuaban los mismos
vecinos. Los sentimientos religiosos de la gente se vieron revitalizados con
las actividades religioso-culturales que organizaron este grupo de personas y a
partir de entonces la parroquia de Campanillas, ayudada por los feligreses más
comprometidos, tomó el protagonismo que tuvo la iglesia en toda la sociedad
española durante este periodo de la historia.
Fachada de la primera parroquia de Campanillas |
Detalle de la fachada |
L
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