La fundación de La Hermandad Ntra. Sra.
Del Carmen, junto con la construcción de escuelas rurales y la promoción de
actividades lúdicas y festivas formaban parte de un programa del Obispado de
Málaga para revitalizar la fe y mejorar las condiciones de vida de los
habitantes del valle de Campanillas.
La Iglesia, como institución, había salido
fortalecida después de la guerra y con el beneplácito del régimen franquista
marcó las pautas de la vida cotidiana de los españoles durante cuatro décadas. En
Campanillas, después de la guerra civil, la iglesia quedó totalmente
desmantelada en el sentido literal y metafórico. El templo parroquial había
sido asaltado y convertido en economato y la influencia de la doctrina
cristiana sobre los vecinos de Campanillas prácticamente anulada.
Para la reconstrucción de la parroquia, el
Obispado contó con el entusiasmo y apoyo de un grupo de jóvenes, hijos de
familias propietarias de la zona. Estos jóvenes pidieron al Obispo de Málaga
que nombrara un párroco joven y dinámico que afrontara con energía y nuevas
ideas los problemas que tenía la parroquia.
Desde 1939 hasta mediados de los sesenta
destacan los párrocos D. Celestino Lucio Fernández, D. José del Campo y D.
Santiago Real Romero (D. Jacobo). Al
primero le correspondió llevar estos primeros años de posguerra. El primer
desafío fue llevar de nuevo a la iglesia a la población campesina que en la
última década le había dado la espalda. Se celebraron numerosas ceremonias de
bautismo y de matrimonio, pues durante la guerra hubo muchos niños nacidos que
no se bautizaron, bien por motivos ideológicos o bien por haber estado la
iglesia cerrada. Lo mismo ocurrió con los matrimonios, muchas parejas convivían
sin haber pasado por la vicaría.
Un hecho que cambió el rumbo de la iglesia
en Campanillas fue la estancia de un grupo de misioneros en el valle de Campanillas. Durante dos meses,
aproximadamente, y ayudados por componentes de la Sección Femenina organizaron
actividades culturales y religiosas que dejaron un grato recuerdo entre las personas
que vivieron ese hecho. Se instalaron emisoras de radio para conectar entre sí
a los habitantes de los distintos núcleos de población del valle; se
proyectaron películas didácticas en las que se enseñaban normas de salud e
higiene y se organizaron funciones de teatro en las que actuaban los mismos
vecinos. Los sentimientos religiosos de la gente se vieron revitalizados con
las actividades religioso-culturales que organizaron este grupo de personas y a
partir de entonces la parroquia de Campanillas, ayudada por los feligreses más
comprometidos, tomó el protagonismo que tuvo la iglesia en toda la sociedad
española durante este periodo de la historia.
Fachada de la primera parroquia de Campanillas |
Detalle de la fachada |
L
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