En la España de la primera mitad del siglo XX, la
situación de la enseñanza era irregular tanto a la hora de pagar a los maestros
y de dotar de medios materiales a la
escuela; como en la asistencia de los niños y niñas, debido a la utilización de
mano de obra infantil tanto en las fábricas como en el campo. Las Juntas
Provinciales o Locales eran las encargadas de aplicar la legislación nacional
referente a la enseñanza. Así pues, controlaban y sostenían económicamente los
centros públicos de enseñanza, mientras que los Ayuntamientos corrían con los
gastos de materiales, mobiliario y alquiler del local.
Entre 1910 y 1917 se observó en Málaga una gran preocupación por la
educación. A ello contribuyeron dos hechos: por un lado, que el Ayuntamiento de
Málaga estuviera gobernado por la
coalición republicana-socialista, caracterizada por su preocupación por los
temas sociales; por otro, el hecho de que dos personalidades malagueñas fueran
miembros del gobierno nacional, Francisco Bergamín, Ministro de Instrucción
Pública y Narciso Díaz Escovar, Delegado
Regio para cuestiones de Educación.
En este período se crearon
escuelas en los barrios obreros de Málaga. Entre ellos, en Campanillas donde
más de un 60% de la población masculina era analfabeta y en el caso de las
mujeres superaba el 80%. Este impulso dado a la enseñanza pública por Díaz
Escovar no impidió que, en Campanillas, el analfabetismo siguiera siendo alto a
lo largo de la primera mitad del siglo XX. Esto era debido sobre todo a las circunstancias
socio-económicas en las que se encontraba
la mayoría de la población, donde más de un 80%
de los varones inscritos en el Padrón Municipal eran jornaleros.
La desidia y la poca atención
prestada por los gobiernos a los temas de educación a lo largo de siglos, trajo
consigo unas pésimas condiciones
materiales y provocó el desprestigio de la enseñanza pública ante la
sociedad. Favoreció el absentismo escolar y por tanto el analfabetismo entre
las clases trabajadoras.
A la hora de valorar las condiciones de la enseñanza en
la primera mitad del siglo XX, tenemos en cuenta los recursos materiales y los
humanos.
Recursos materiales:
Como
ya se ha señalado antes, los Ayuntamientos eran los encargados de dotar a la
escuela de locales, mobiliario y material escolar.
Los locales en los que se ubicaban las escuelas, en la
mayoría de los casos, eran casas particulares que disponían de una sala grande
en la que se impartían las clases y otras dependencias que a veces servían de
vivienda del maestro. Las condiciones de habitabilidad e higiene no eran las
mejores. Un inspector médico, en 1902, aseguraba que en Málaga no existían
realmente instalaciones que merecieran el nombre de escuelas públicas; que los
centros de enseñanza carecía de toda condición higiénica y que al adquirir
estos locales no se tuvo en cuenta los elevados fines a los que estaban
destinados.
En 1919, la
Junta Provincial de Málaga obligó a los Ayuntamientos a que durante el mes de
agosto se hicieran las mejoras necesarias para que las escuelas reuniesen las
mejores condiciones y, precisando que toda escuela debía de contar con al menos
un retrete y un urinario, así como con el agua precisa para la higiene del alumno.
Los principales problemas de las escuelas públicas eran la falta de
ventilación, de luz y de espacio, por lo que se recomendaba la construcción de
edificios destinados a estos fines.
En el primer cuarto de siglo XX se llevó a cabo una comunicación del
ingeniero municipal para la compra de terrenos para las distintas escuelas. En
Campanillas estaban previstas dos: una en la carretera de Cártama y otra
próxima a la estación de ferrocarril. Pensamos que no se llevaron a efecto
puesto que los primeros edificios destinados a escuelas fueron construidos en
la segunda mitad del siglo XX. Todos los informes sobre enseñanza pública
señalaban como culpables de esta situación a los dirigentes municipales que,
salvo casos excepcionales, no se preocupaban por estos temas y sobre todo a la
mala administración de las arcas y fondos municipales.
Edificio donde estuvo ubicada la escuela de la Cuesta del "Cerrao" |
En 1933
en Somera, Adolfo Marineto cedió un local de su propiedad para que fuera
utilizado como escuela.
Por otro lado la dotación de material pedagógico siempre fue escasa, muchas veces el maestro era el que lo aportaba o ponía los medios. En un principio eran los ayuntamientos los encargados de dotar de material a las escuelas, más tarde el Estado se hizo cargo de esta obligación así como de pagar a los maestros. El problema era que, el presupuesto de material no se calculaba por alumnos matriculados sino que se sacaba del que la escuela tenía para su funcionamiento, en el que se incluía mobiliario y personal no docente. La dotación media anual para una escuela podía ser de 230 pesetas que dividido por los meses lectivos daba una media mensual de menos de 20 pesetas y si tenemos en cuenta que el precio del material escolar era caro, nos podemos hacer una idea de las peripecias que tenía que hacer el maestro para dotar a la escuela de un material mínimo.
Recursos humanos:
El
profesor: Para ser profesor de una escuela pública se
requería: ser español, tener veinte años cumplidos, el título, buena conducta
moral y religiosa, no tener defecto físico que imposibilite el ejercicio de la
enseñanza y no haber sufrido penas como la inhabilitación para cargo público.
El maestro público era inamovible de su puesto, salvo que se produjesen hechos
que provocasen la suspensión del servicio. No se conocen en Málaga muchos casos
de profesores expedientados, los que hubo lo fueron por un exceso de disciplina
que se solucionó con el traslado a otra escuela.
Existían diversas categorías de maestros. Los estudios de magisterio se
realizaban en las llamadas Escuelas Normales y no tenían carácter
universitario. Una vez terminada su formación académica podían estar durante un
tiempo como maestros en prácticas, llamados maestros auxiliares gratuitos. Del
sueldo se ocupaba el Estado desde 1901. Había diversas categorías pero se
estableció un sueldo mínimo para todos, tanto hombres como mujeres, de 1.000
pesetas anuales. Evidentemente tenían mejor situación económica los maestros de
las ciudades frente a los rurales.
A pesar de que el sueldo de maestros y maestras era igual, cuando una
maestra tenía que guardar una serie de obligaciones que se fijaban en el
contrato que debían de firmar, por ejemplo: no podían casarse ni frecuentar las
compañías y amistades masculinas, no debían usar maquillaje, no fumar ni tomar
bebidas alcohólicas, vestir ropas discretas y por supuesto tenían que
encargarse de la limpieza del aula y la calefacción .
Maestro D. Mateo con sus alumnos |
A través del Padrón Municipal
tenemos conocimiento de que en 1885 Manuel y Bernardo Aranda Moreno regentaban
una escuela entre el lagar de D. Jaime y la hacienda de Francisco Ruiz. Asimismo durante una década,
desde 1920 hasta 1930, Adelaida Sousa
Flores y su hija Angustias López Sousa ejercieron de maestras en una escuela
situada entre la venta La Trapera y la hacienda Sta. María. Recibían un
sueldo anual de 2.500 pesetas y en 1930
Miguel Campos Sánchez y su hijo Julio Campos Martínez tomaron el relevo.
Cuando se abrió la escuela de la “Cuesta del Cerrao” la primera maestra
que hubo se llamaba María Antonia Barranquero. En 1933, la escuela de Somera
era regentada por D. Julián, un maestro liberal y tolerante que representaba el
espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. D. Julián no separaba los niños
de las niñas y, cuando hacía buen tiempo daba sus clases al aire libre y
utilizaba los recursos que brindaba la naturaleza para impartir sus lecciones.
El alumno: Una característica importante de principios
del siglo XX es la escasa asistencia de alumnos a las escuelas públicas, tanto
en España como en Málaga. A principios de siglo en nuestra provincia sólo asistía
a la escuela un 31% de la población en edad escolar. En esta época la
escolarización plena era una utopía, alcanzada bien avanzado el siglo XX. Los
hechos que explican esta situación son muy diversos: por un lado la falta de
preocupación institucional por dotar al país de todas las escuelas necesarias y
por otro la situación económica y social de las familias malagueñas. La baja
renta familiar hacía que el niño se iniciara a una edad muy temprana en el
trabajo, en el Padrón Municipal los niños eran inscritos a partir de los doce
años como jornaleros y que partir de los
ocho años trabajaban cuidando ganado.
La enseñanza pública tenía mayor implantación en los
barrios obreros y rurales como Campanillas. La ley de 1909 declaró obligatoria
la Enseñanza Primaria Elemental entre los seis y doce años. Desde los 6 a los
11 años tenían clase durante seis meses al año y de los 11 a los 12 años sólo
tres. Había clases de lunes a viernes en horario de mañana y tarde y el sábado
sólo por la mañana. En 1900 asistían a la escuela de Campanillas una media de
45 alumnos, de los que había una mayoría de niños. A las niñas no se les
alentaba a aprender ya que según la mentalidad de la época para ser madre y
esposa la mujer no necesitaba saber mucho, simplemente guiarse por su instinto
y las enseñanzas recibidas en el entorno familiar. De cualquier manera el
absentismo escolar era muy alto tanto en niños como en niñas, las causas eran
muy diversas entre la más pintoresca estaba la de “tener mal de ropilla” es
decir quedarse en casa mientras la única muda de ropa era lavada.
Si se lograba tener una regularidad en la
asistencia, las materias que los alumnos aprendían eran sobre todo cálculo,
lectura, escritura, religión y algo de historia de España, aunque lo más
importante para todos era saber leer y escribir.
Fotos: Archivo Fotográfico y Documental de Campanillas creado a partir de las donaciones de los vecinos.
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