EL ÁRBOL PARLANTE DE CAMPANILLAS
Hace unos años apareció en el periódico Sur la siguiente leyenda, recopilada por Mateo Gallego y Francisco Lancha, atribuida a los habitantes de Campanillas:
"Durante la presencia islámica había un vaquero a quien su amo le había regalado una vaca en premio a su eficiente trabajo. Una vez en posesión del animal, el buen hombre decidió que le había llegado la hora de casarse y fundar una familia, pues se sentía muy solo, ya que tenía por único confidente un árbol al que le contaba sus cuitas y proyectos.
Era una encina que le había servido en sus juegos infantiles. El ingenuo vaquero afirmaba que hablaba con el árbol y que éste, en ocasiones, le había dado muy buenos consejos. A la encina le confió que pensaba casarse, pero que no le bastaba con la vaca que le había dado su amo. El árbol le dijo que cogiera su futo y lo vendiera. El vaquero así lo hizo, pero con lo obtenido no pudo adquirir los muebles más elementales.
-Corta algunas de mis ramas- le indicó la encina - y hazte con ellas los muebles que precises.
Resolvió su problema y se olvidó de su amigo el árbol.
Pasado el tiempo, llegó un buen día la triste nueva de la presencia de los ejércitos castellanos que venían arrasando quemando y haciendo prisioneros. Atribulado, el vaquero se acordó de su amiga la encina. Ésta, que no le recriminó su alejamiento, le dijo que cortara su tronco y que se hiciera una barca con su madera en la que podrían escapar él y los suyos al otro del mar.
Fue el único superviviente de la aniquilación del pueblo. Al año siguiente brotaron en la cepa vigorosos retoños que dieron forma, con el paso del tiempo a una nueva encina que esperó en vano la vuelta de aquel a quien había salvado la vida"